martes, 2 de abril de 2013

Una SIPA cordobesa

24 de abril de 2012



La semana pasada asistí a la VII edición de la Simulación Parlamentaria Andaluza, celebrada por vez primera en Córdoba. En los años anteriores se había venido celebrando en Ronda, pero los problemas con los proveedores y la logística han propiciado este cambio.

En mi opinión, a la SIPA le ha venido bien el cambio de sede. En todas las seis SIPA´s a las que he ido, la organización se había visto afectada gravemente porque los diputados iban menguando su presencia en el parlamento a medida que avanzaban los días de la simulación. No ha sido el caso. También se había ido perdiendo la cordura y la seriedad de la que en un principio se apostó, algo que se ha recuperado en esta. Es cierto que Ronda escondía una belleza distinta de lo que tiene Córdoba, pero la esencia se ha respetado.

Desde aquí quiero felicitar a Alejandro Ibáñez y su equipo ante ese cambio a mejor. Sobre todo porque conozco de las adversidades a las que se han tenido que enfrentar.

Probablemente la SIPA ha pasado de ser un encuentro de política con muchas figuras de oratoria, a un encuentro de oratoria con pocas figuras políticas. Me explico. En las primeras ediciones, se encontraban personas como Alejandro Huertas, Paco Valiente, Alberto Mateos, Alberto Mayoral, Fernando Giménez-Alvear, Antonio Martín, Fernando Suárez, Katherine Menéndez, Yago de Marta, Jordi Graupera, Jose Gracia y un montón más de excelentes oradores. Se trataba de un encuentro de política, en la que oradores iban a jugar a ser diputados. Ahora, las figuras de retórica, aunque presentes, se han visto menguadas; y su fin ha cambiado de ser político a comunicativo. No es un cambio a peor, ni mucho menos. Es un cambio de esencia, y eso se nota cuando charlas con la gente. Se habla más de oratoria, que de política. En las conversaciones está más presente la economía y la elección pública, que la Política en sí. No es, repito, peor. Si no distinto. Los temas, al igual que la situación del país y sus gentes, han cambiado.  Por eso no dejo de ir a las simulaciones parlamentarias, porque se encuentra uno a gente muy interesante.

Y entre todos esos cambios surge la figura de mi Teresa Espadafor, galardonada con el premio a la mejor oradora, para inscribir su nombre en tan insigne "Hall de fama". ¿Qué más puedo decirte cariño? Estoy muy orgulloso de ti. Sigue trabajando (y leyendo).

Ahora queda que la SIPA VIII mantenga el espíritu recogido por esta edición y pula el resultado para hacerla, más aún si cabe, mejor que su predecesora.

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