martes, 2 de abril de 2013

Enhorabuena, Egipto


13 de febrero de 2011


Steven Brust


Ha sido el triunfo del pueblo. Tras 18 días de rebelión, protestas y asentamientos, el pueblo egipcio ha conseguido el primer paso hacia una transición democrática que le libre de 30 años de opresión de un dictador que aparentaba ante el mundo.

Los egipcios han logrado que todo un país se movilice por la libertad y, muy probablemente, encienda una mecha de esperanza en el mundo árabe. A parte del propio Mubarak, Túnez no tiene presidente -lo tiene en funciones-, y en Argelia ya han comenzado los disturbios.

Probablemente no alcance a ver la trascendencia y el esfuerzo que todo un país ha recobrado en pos de ello, la libertad, con tanto ahínco y unión. Ayer, centenares de personas se organizaban improvisadamente y barrían las calles, quitaban los desperfectos, recomponían los acerados y el mobiliario urbano, limpiaban las pintadas que ellos mismos habían puesto y se les oía decir que lo hacían POR SU PAÍS.

La caída del poder de Hoshni Mubarak es otra lección de la historia para los dictadores y los pueblos. Probablemente pase a los manuales como otro gran ejemplo de transición (como el caso español). Es un capítulo en donde la determinación pacífica de la gente a favor de un cambio radical fue más fuerte que el deseo de perdurar a toda costa —o de irse bajo sus propios términos— del ex hombre fuerte, ahora con pies de barro.
El pueblo egipcio, que soportó pacientemente por tres décadas al gobierno de Mubarak, mostró una paciencia similar cuando tuvo la confianza en si mismo que podía cambiar el presente. La represión policial, la agresión por parte de los simpatizantes de Mubarak y las distintas maniobras del presidente para poder permanecer en el poder hasta septiembre, no dieron fruto ante la voluntad y determinación de la mayoría de los egipcios. Los centenares de muertos en 16 días protesta no hicieron más que fortalecer la voz popular.

Probablemente la revuelta egipcia lleve varios meses gestándose, a través de las redes sociales, los cafés y las bitácoras. Por ello es imposible señalar protagonistas. El pueblo es el actor principal. Lo que han conseguido ellos es un faro de luz en ese océano oscuro que son los regímenes autocráticos en el mundo.

Por ello no tengo más que darle mi enhorabuena a todos ellos. Felicidades Egipto.

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