martes, 2 de abril de 2013

El pez que se muerde la cola

04 de abril de 2012



"El éxito no es permanente, y fracasar no es mortal"

Mike Ditka. Jugador, entrenador y comentarista de la NFL.

Ayer se presentaron los Presupuestos Generales del Estado en un QR. Sobre si es una decisión acertada o no, mejor leed a mi amigo Pilo (http://pilomartin.tumblr.com/
sobre la materia comunicativa. Aunque me interese, su análisis es muy parecido al mío, así que entraré en materia de opinión con respecto a los presupuestos en sí.
En primer lugar, hay que decir que es muy difícil elaborar unos presupuestos de este calibre. Siempre pongo el mismo ejemplo. Si usted tuviera 10 unidades económicas (miles, millones, centenares de cualquier moneda), y tuviera que repartirlo en, digamos, tres ministerios "básicos" como Educación, Sanidad y Defensa, ¿cómo los repartiría?

Seguramente el razonamiento de la repartición tendría su justificación, pero no podríamos contentar a médicos, profesores y militares respectivamente. ¿Dónde reside el problema? Pues en que hay que elegir. La economía es la ciencia de la elección, y en estos tiempos el coste de oportunidad es muy alto.

Y si no que se lo digan a los científicos e investigadores de este nuestro país. ¡Qué hipocresía señores políticos! ¿Acaso no les hemos oído decir en más de una ocasión que esto es lo más importante?

Sobre si el presupuesto está bien elaborado y repartido tampoco entraré. Los recortes hay que hacerlos, ¿pero hasta cuando? El presidente del Gobierno lo ha planteado (el recorte) en términos de ultimátum: “El ajuste es la única vía para evitar la intervención”. Si lo que teme Rajoy es una intervención como la que han sufrido Grecia, Irlanda o Portugal, debe advertir que, dada la compleja situación de la economía mundial y de los mercados financieros, la austeridad presupuestaria no es condición suficiente para evitarla. La línea que separa a la política de austeridad (la de los recortes) de la intervención, se llama capacidad de crecimiento económico. A todos nos preocupa el déficit (hace unas entradas lo dije); pero implica una contracción adicional del PIB de tres décimas. La experiencia de esta crisis demuestra que los mercados financieros, incluso tranquilizados por la inundación de liquidez (toda la deuda hay que empezar a devolverla en buena parte en 2015), exigen de entrada estabilidad presupuestaria, pero no tardan en argumentar que la incapacidad para crecer impide la devolución de las deudas. Con lo cual el remedio pasa a convertirse en causa de la enfermedad. Es decir, es un pez que se muerde la cola. Si recortamos para evitar el déficit, no crecemos. Y si no crecemos, no generamos lo suficiente como para devolver nuestras deudas. El INE prevé que en lugar de la contracción del PIB del 1,7% prevista de forma oficial, probablemente se llegará al -2% este año.

Por eso es vital preguntarse si España tiene alguna estrategia, visto lo visto, para recuperar la actividad y, ya que estamos, el empleo. Más aún sabiendo que en 2013 tendremos que recortar otro 3%.

La política de apretarse el cinturón es obligada, estamos de acuerdo. Pero la de reactivación económica es tan esencial que no debería tardar en llegar. Por lo que sólo nos queda preguntarnos: ¿hasta cuando el pez dejará de morderse la cola?

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