martes, 2 de abril de 2013

La metodología científica y aquellas grandes mentiras: la Estadística


15 de marzo de 2010

Siempre que nuestras proposiciones sean ciertas no dirán nada acerca de la realidad, y siempre que no digan nada acerca de la realidad, no serán ciertas”.
A.Einstein
Dos amigos se encuentran. Uno le dice al otro. “Tengo un dragón en mi garaje”. El otro amigo, incrédulo, le dice que quiere verlo con sus propios ojos. Al llegar al garaje, no se ve ningún dragón. “Es que el dragón es invisible” le comenta. “Bueno, a pesar de su invisibilidad, para que sea un dragón debe escupir fuego”. “Ya, pero es que el fuego que expulsa no quema y también es invisible”. “¿Y de qué come?” “Del COde las plantas del garaje”. “¡Pero si no tienes ninguna planta!” “Es que también son invisibles”.
Y así continuaron hasta que acabaron a puñetazos. De esa manera, el astrónomo Carl Sagan venía a resumir el método científico de Karl R. Popper en su libro "El mundo y sus demonios". Podíamos refutar una y otra vez los enunciados con pruebas que, sencillamente, el observador no podía observar.
Ahora que he instado a mis “alumnos” del debate a que sean escépticos con las estadísticas y los estudios científicos, hablándoles parcialmente de ellos, voy a volver a tratarlos en este blog (por segunda vez), para que este texto les sirva de apoyo. Agradezco las conversaciones con mi gran amigo Chema, uno de los científicos más serios que conozco. 
Para tratar con una estadística o investigación científica seria podemos hacer dos cosas: valorar la fuente (hay fuentes serias que presuponemos que lo han hecho ya bien), o bien valorar el trabajo de investigación.  Para valorar bien un trabajo de investigación debemos tener en cuenta lo siguiente:
                -Nos tienen que decir exactamente lo que querían hacer, para que así el trabajo pueda ser evaluado por otro en otro marco de experimentación.
                -Las instrucciones de la elaboración de la estadística o el método para demostrar lo que se quería hacer ha de ser riguroso y de una muestra representativa.
                -Por último, debería indicarse una indicación precisa y pormenorizada del modo de operar las variables. Así evitamos que nos tachen de coger un estudio con defectos en el proceso.
El tema concreto que estudia un científico o un periodista suele tener un origen personal. Esto ya de por sí sería suficiente para ser escéptico. Por ello, no es casualidad que habitualmente sean las mujeres las que suelan llevar la batuta en la diferencia de género, los de raza negra en la discriminación de su etnia y los inmigrantes de la emigración. También es probable que quien analice la cooperación internacional tenga gran rechazo hacia los conflictos violentos. Las experiencias y valores personales no son mas que motivación suficiente para llevar a cabo un proceso que nos muestre LA VERDAD.
Terminaré con el caso de los filetes, que creo que es bastante representativo. Leí por ahí:
“Los japoneses comen menos carnes rojas y sufren menos ataques cardíacos que los estadounidenses”. La observación es interesante, no hay duda. La carne roja está demostrado que produce altos índices de colesterol malo y eso repercute en las enfermedades cardíacas. Ahora, preguntaros: ¿cómo se han sabido esos datos? ¿Qué muestra se ha utilizado? ¿Se clasifican los ataques al corazón de la misma manera en Japón que en los Estados Unidos? Suponiendo que los datos sean estándares, ¿qué otros factores podrían explicar los ataques cardíacos de los americanos? ¿No podrían quizá influir también el ritmo de vida, el resto de la dieta o los rasgos genéticos?  ¿Acaso hemos intercambiado la causa y el efecto sin darnos cuenta? Es difícil imaginarse que el hecho de no sufrir un ataque al corazón pueda hacer que comamos menos carne roja, pero es posible. Quizá la gente pierda la costumbre de comer dicho tipo de carne. Si así fuera, los que –por la razón que fuera- no han sufrido un ataque al corazón vivirían más y comerían menos carne. Este hecho produciría la misma relación que llevó a los expertos a la conclusión de que la carne es la culpable de los ataques al corazón. O al periodista distorsionar el titular…

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