martes, 2 de abril de 2013

A mi alumna más aventajada

05 de diciembre de 2011



"El éxito es lo que nos da confianza para poner en práctica lo que el fracaso nos ha enseñado".
Oscar Wilde

Saben ustedes que no prodigo mucho las entradas a una única persona, más aún si les hablo de entradas de profunda admiración. Pero esta vez, he de necesitar de su  benevolencia para ampliar dicha lista (en la que únicamente figura mi madre), a mi alumna más aventajada. A aquella que llamo todos los días y comparto algo más que un libro o un link interesante.

Les entiendo cuando este tipo de entradas producen cierto rechazo o apatía en su lectura, probablemente causadas por la falta de información.

Así que con lo único que juego es con la palabra. Con la palabra, la mía, la que le doy a ustedes, de decirles que mi alumna más aventajada es el paradigma del ejemplo de superación personal que más cercano me pilla, en lo que a confianza intrínseca se refiere. Una chica en la que podía verse, sin ser demasiado avizor, un enorme potencial pero que, por causas que no vienen al caso y que tanto me costó descubrir, no usaba. Como una mina rica en minerales sin explotar. O como a mi mejor me gusta representar, como ese niño pequeño que el Maestro Qui Gon-Jin encontró en Tatooine.

Hallé, como no podía ser de otro modo, el lado más personal y del que poco, o muy poco, tenía que ver con el debate. Éste es, sin temor a equivocarme, incluso mejor. Pero créanme que el potencial existía. Lo ví hace más de un año, y los hechos evidencian que no me equivoqué. Anteayer volvió a ganar a la primera, con dos chicas novatas y en Bilbao, un título que a mí me costó tres intentos, un compañero experimentadísimo y jugarlo en casa; justo en el momento en que uno se descarga de presiones y empieza a disfrutar con esto de la oratoria. Poderosa te has vuelto, mi pequeña "padawan".

Probablemente hubiera sido más rápido ahorrarnos los disgustos, los enojos injustificados o incluso las lágrimas si se hubiera dado cuenta antes de lo que era capaz de hacer si su confianza en sí misma no mermara con cada varapalo pero, ¿es que no ha sido mejor el método? ¿No es hasta cuando uno reconoce un problema cuando empieza a solucionarlo? Darse cuenta de que no hay que ser uno mismo, si no la mejor versión de uno mismo. Conocimiento, confianza y corazón. No hay más.

La paciencia ha sido, probablemente, la mayor virtud que este humilde veterano del debate haya tenido con esta señorita, antes incluso que la fe ciega. Lo demás se lo podía haber enseñado cualquiera.

Mañana celebra 21 añitos y ya se ha ganado el respeto -en su segundo año-, que yo mismo conseguí en el quinto. Por suerte (para mí), aún tengo que enseñarle muchas cosas y, vuélvanme a creer, el margen de mejora todavía es bestial (por suerte para ella, por infortunio de sus adversarios). Gracias Teresa, por todo lo que estoy aprendiendo y disfrutando.

Y enhorabuena, mi campeona. Eres la mejor.

P.S. "Te lo dije".


1 comentario:

  1. Sigo emocionándome cada vez que leo esta entrada. No podría haber conseguido esto sin ti. Me has cambiado la vida, y siempre te lo agradeceré, mi amor.
    ¡¡¡¡Te quiero!!!!

    ResponderEliminar