martes, 2 de abril de 2013

Qué difícil es ser presidente


17 de noviembre de 2009

Y tanto. George Bush ya habría desenfundado su revólver tejano para liarse a tiros con Ahmadineyad. Barack Obama, en cambio, hasta ha tenido que tirar de oratoria y capear las incisivas preguntas que un grupo de universitarios chinos del régimen le lanzaron para aclarar su postura ante Taiwán (los chinos lo consideran suyo) y la libertad de expresión. El presidente yanqui se fue a Rusia para ofrecerle a Putin un pacto anti-iranista que se puede resumir así: “Yo renuncio al escudo antimisiles en Polonia y tú me ayudas a que Ahmadineyad no provoque un ataque a Israel o a EEUU”. No lo tiene fácil el nobel de la Paz. Ahora que pasa estos días en China, debe dar ejemplo ante aquellos que le acusan de esconderse ante los inexistentes derechos de libertad en el país a cambio de tratos de favores, también éstos en un sentido anti-presidentes iraníes.
No fue fácil la entrevista que Florentino Pérez tuvo que aguantar en Cuatro. Ante los ataques agobiantes de Manolo Lama, el entrevistado no pudo apenas hablar y defenderse de ataques, promesas y videos de archivo absurdos como tanto le gustan a los deportes de dicho canal. 
Y siguiendo con el fútbol, el del Barcelona parece apurar sus últimos meses para deslindarse del fútbol más que nunca y usar su imagen para acaparar adeptos que parecen necesitar del toque de Xavi e Iniesta en el centro del campo para convencerse de una independencia. Muy bien "Juan Lapuerta".
La presidenta del Parlamento Balear se la está jugando. Ayer compareció como imputada ante la malversación de 30 millones de euros públicos tras malvender un terrenito. La presidenta, que llegó en coche oficial entre gritos de “choriza” y “ladrona”, contestó a éstos que la increpaban lanzando besos al aire cual actriz de Hollywood sobre la alfombra roja. Probablemente sepa que son besos de despedida.  
El del PP también lo tiene complicado. A mí que me perdonen mis amigos más “populares”, pero un presidente que no es capaz de tomar decisiones rápidas y contundentes ni expulsar a descarados corruptos que manchan la imagen de un partido, no puede ser presidente del gobierno. Los de Valencia y Madrid se ajustan a la silla. No puede hablar “palabras” y “códigos” nada más. ¡Con lo fácil que lo tienen y sólo le sacan tres puntos al PSOE! ¡Habrán de ser ineptos e incompetentes!
Tampoco lo tiene fácil Zapatero, que preparándose para una presidencia europea que aún piensa en otro presidente, debe lidiar con piratas y estadísticas de paro que no calman en la tempestad de la crisis. Europa, además, no vive sus mejores ratos institucionales ni a pesar de que el mes que viene deba firmarse el Tratado de Lisboa. Menos consuelo para charlar con Sonsoles en las noches de la Moncloa. El presidente de la Unión es un rompecabezas diplomático que, seguro, seguro, va a disgustar a alguien, y su manejo no va a ser sencillo. Y el dichoso Tratado de Lisboa, menos. Otro “casi” presidente, Otto vonBismarck, dijo que “las leyes son como las salchichas, es mejor no saber cómo se hacen”.  La reforma de Lisboa nos sitúa, una vez más, ante un texto complejísimo que no hará más que aumentar la despreocupación ciudadana con respecto a Europa. Por lo visto, y dejando a un lado sus aspectos sustanciales, tomando no ya como referencia la reforma en sí, sino los textos consolidados de la misma, nos encontramos en un texto integrado por dos tratados (el de la UE y el del funcionamiento de la Unión) y ¡37! protocolos. La suma asciende a 413 artículitos, a los que habría que sumar los 54 de la Carta de Derechos de la Unión, más todos los artículos de los referidos protocolos (algunos de los cuales según leo en El Mundo superan los 50 preceptos). 
Una gran salchica constitucional. Esperemos que su presidente, coaccionado por otros 27, sea buen cocinero...y torero.

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