martes, 2 de abril de 2013

Una carta al Señor Presidente del Gobierno

08 de octubre de 2012



Querido presidente:
Antes me preocupaba la clase política. A la que usted pertenece desde hace tanto.Veía sus declaraciones, criticaba y (muy pocas de las veces), le alababa en decisiones difíciles cuestionadas por una mayoría que se cree Ministro. Ahora ya no tanto. Según una encuesta realizada por Metroscopia en el diario El País, que seguro que alguno de sus asesores le ha pasado, el 91% de los encuestados cree que va a haber más manifestaciones masivas. Un 84% cree que va a aumentar la inseguridad ciudadana. Un 79% que se van a producir protestas violentas, asaltos a comercios (64%) o boicoteos a bancos (61%). Y aunque la mayoría cree en la ley, tres de cada diez personas ya no lo ven como la barrera ante la que siempre hay que detenerse. No he ido a las manifestaciones, para serle sincero, pero eso no significa que no comparta el malestar.
Esa es la España que tenemos hoy en día. Una España que no confía en su clase política, señor Rajoy. Que se ha ganado a pulso su decadencia (esa misma de la que hablaba el juez Pedraz), con sus actos, sin dar ejemplo y sin cosechar prácticamente ningún caso paradigmático de que las cosas están yendo bien. Porque no están yendo bien. Políticos que no sé qué se les pasa por la cabeza cuando dicen que "las leyes están como las mujeres, para violarlas".
Percibo, no sé si justificadamente o no, que se está cultivando un germen de malestar que espero no arraigue en espiral de violencia. Que los jóvenes sigamos teniendo en nuestras mochilas libros y CV; y que no los sustituyamos por cócteles molotov. Puesto que la situación es insostenible, pero no sé cuánto más puede sostenerse la paciencia.
Necesitamos un plan, un plan de crecimiento. Una maldita luz, señor Rajoy. Un puto rayo de esperanza, y perdone mi lenguaje. Que los adultos más maduros que no encuentren trabajo, cuando acabe la crisis esperemos que lo hayan encontrado, porque para nosotros los jóvenes ya está perdido. Y lo creo firmemente. Es precariedad o paro, como escuché decir. Lamento profundamente mi pesimismo al decir y confirmar que, efectivamente, somos una generación perdida.
A veces, créame, me levanto más ilusionado, recordando los malditos consejos de los libros de auto-ayuda y demás vende-burras. Pero hoy no, fíjese usted. Hoy me ha tocado levantarme nuevamente triste, sin esperanza, al leer y recordar comentarios de amigos de promoción que tan mal lo están pasando. Mucho menos es la alegría si leo las noticias y ese "termómetro social" que es twitter. Los clichés que mis padres me decían, como "estudia si no quieres acabar como basurero", se han quedado en un "ojalá lo sea".
Yo no he vivido por encima de mis posibilidades, señor Rajoy. No lo considero así. ¿Cuáles eran éstas? Dudo mucho que pueda comprarme un piso en mi vida, que viviré de alquiler y que no podré tener muchos hijos porque será imposible mantenerlos. Sin embargo, no creo que mi camino repita la misma dirección que el equivocado que tomó  la generación de mis padres, que ve estupefacta como se marchan sus hijos al extranjero sin que puedan ofrecerles nada.   
Que pase el tiempo rápido, señor presidente. Eso es lo que pido. Que pase esta pesadilla pronto y que elabore un maldito plan, a poder ser alejado de casinos y hoteles. Y que encuentre las fuerzas necesarias para seguir luchando y sacarnos de ésta, pues a mí, como a muchos, se nos están acabando.
Será que me he levantado pesimista.
Un saludo, y suerte en las elecciones.
A.Barco.

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