martes, 2 de abril de 2013

Una manzana sin su Jobs


26 de agosto de 2011

La dimisión de Steve Jobs como consejero delegado de Apple no es una sorpresa, porque de hecho no es la primera vez que se marcha de la compañía, pero el paso atrás del hombre al que la marca de la manzana mordida le debe gran parte de su extraordinario éxito, es un motivo de inquietud para los inversores. Para los muchos inversores que tiene. También lo es para los millones de personas en todo el mundo que aprecian el espíritu innovador de todos sus productos y, sobre todo, su capacidad para revolucionar los usos tecnológicos. Pensad en lo que Apple ha aportado en los dos últimos lustros: iPod, iPhone y iPad. Tiene la curiosa combinación de seguir siendo exclusiva para un grupo masivo de consumidores.
La deteriorada salud de Jobs, que sufre un cáncer de páncreas y tuvo que someterse a un trasplante de hígado, le impide mantenerse al pie del cañón de la compañía justo cuando ésta se sitúa en lo más alto, disputándole a ExxonMobil su primer puesto como la compañía con mayor capitalización bursátil del mundo. Una petrolera contra una tecnológica.
Sus recientes bajas por enfermedad (las de Jobs), no se puede decir que hayan supuesto coste alguno para la compañía, pero es indudable que su retirada definitiva la coloca en un escenario bien distinto que va a obligar a su sucesor, el hasta ahora número dos Tim Cook, a sopesar muy detenidamente sus decisiones para mantenerse en lo más alto. Tim es menos carismático, pero conoce bien el negocio.
El éxito de Cook en tan delicada tarea no es solo crucial para los inversores y consumidores. La importancia de Apple reside en su capacidad de hacer dinero (su valor en Bolsa se sitúa en los 330.000 millones de dólares), pero, sobre todo, en sus innovadores métodos de comercialización y producción. En 35 años de existencia, esta joya de Silicon Valley ha logrado dar el salto desde sus ordenadores Mac minoritarios -pero de culto- a generar dispositivos y programas informáticos de consumo masivo, que han revolucionado el mundo de la música, la telefonía y el uso de Internet. Con sus errores, evidentemente, pero también con sus aciertos. Diseños y prestaciones simples pero rompedores han sido las claves del éxito de Apple, tras las cuales se encuentra una sólida pero atrevida apuesta por la innovación que ha dejado atrás a sus más directos rivales de cualquier lugar del mundo. Todo en base a la experiencia de usuario. Y a la innovación. Siempre, siempre innovando y con un paso por delante del resto de sus competidores.
Apple lleva una década marcando el ritmo a otras compañías, y que sus recetas permanezcan sin el mago Jobs sería la mejor de sus conquistas; algo complicado para una persona que ha dedicado su vida al think different, pero que ha aportado la importancia de entender el papel de la innovación en este mundo globalizado.

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