domingo, 31 de marzo de 2013

Para vosotros


29 de mayo de 2009

Hace ya casi tres semanas de aquello. Y de verdad, queridos componentes del club de debate, que durante todos esos días no he encontrado nuevas palabras de las alabanzas que ya os he dicho en todas mis entradas de este blog e incluso cara a cara y, como ya me conocéis, no me gusta ser reiterativo en estas cosas, no voy a limitarme a dar las gracias. Y es que aún desconociendo si seguiré vinculado académicamente –porque afectivamente lo estaré siempre- al Club de Debate de ETEA, no puedo sino dejaros algunos consejos para que sigáis (sigamos) cosechando éxitos y creciendo como personas. No he encontrado otra forma. Es lo único que puedo dejaros después de todos estos años y de estos 81 debates. Sin embargo, a ti si que tengo quedarte las gracias, porque eres una de las mejores personas que conozco: El hombre con el que más veces he dormido jajaja. He sido tan torpe que no he encontrado palabras nuevas para ti, para vosotros. Así que sólo gracias.
He aquí mis consejos:
-Si eres un veterano:
Intenta que cada nuevo debate te aporte marginalmente más de lo que lo hizo el anterior, pues si no perderás la ilusión por aprender y ser más íntegro.
No te quejes de los árbitros: todos hemos tenido nuestras serias dudas sobre los dictámenes otorgados, pero muy probablemente el juez sabe más que tú. Quejarse vicia y contamina este sano deporte.
Recuerda que es un ejercicio académico, mucha gente que empieza ahora verá en ti una imagen en la que apoyarse, así que compórtate como tal.  
Difunde y promociona esta herramienta en la universidad: eso creará cantera, pero hazlo con una condición: que tengas fe, que de verdad creas en las oportunidades de esta práctica. Si no, apenas durará dos o tres generaciones.
Los torneos son muy difíciles de conseguir. Si ves que no llegan torneos y eso te frustra, es que te has vuelto competitivo y codicioso. Abandona o que te abandonen, pues ya no merecerá la pena que debatas.
Dale al capitán la importancia que merece, por eso es tu capitán.
-Si acabas de empezar:
Acepta y encaja las críticas.
La palabra es tu arma. La paciencia, tu defensa. La convicción, tu objetivo. El crecimiento personal, tu meta. La soberbia, tu perdición.
Todos los miembros del equipo son igual de importantes, nadie es más ni nadie es menos: el refutador no sería nadie sin el documentalista, y el mejor introductor pierde debates con un peor conclusor.
Convéncete primero a ti mismo y luego intenta convencer a los jueces. Nunca convencerás al equipo contrario.
Sonríe, respira, transmite y mira a los ojos de las personas.
Introductor, pregúntate en todo momento qué es lo que quieres decir y qué es lo quieren (y no quieren) oír los demás.
Refutador, escucha cada segundo del oponente y sé hábil: el siguiente eres tú, así que demuestra por qué tu postura es acertada y/o la otra equivocada o falsa. Escucha el punto de vista del adversario, y compáralo con el tuyo. Atacar está muy bien, pero tu postura ha de ser defendible, sino estás diciendo que ninguno de los equipos lleva la razón.
Conclusor: Juega limpio, no introduzcas datos nuevos, haz un resumen desequilibrado a tu favor. El otro no tiene oportunidad de rebatir, así que la última palabra es tuya. Aprovéchala.
Intenta aprender de todos, pues todos pueden aportarte algo.
Relaciónate. Hay personas maravillosas en este mundillo. En un futuro, es lo que más echarás de menos (créeme).
Sé tu mismo o, como me gusta decir a mi, la mejor versión de ti mismo. No hace falta que actúes (o peor, sobreactúes).
Santifica las fiestas, pero en su momento.    

Y de nuevo gracias, gracias, gracias por esta magnífica oportunidad. ¡Nos vemos en los atriles!

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