domingo, 31 de marzo de 2013

Myanmar o la tiranía escondida bajo la democracia


Los corresponsales en la zona comentan que en el horizonte la vista no alcanza a ver señales de vida. Sólo destrucción. No hay cifras oficiales de muertos, pues la Junta Militar de Birmania no está contando víctimas, sino votos. Sin embargo, Cruz Roja Internacional habla de 120.000 fallecidos, un millón y medio de afectados que tendrán que desplazarse a otro sitio y miles de heridos. Ciento veinte mil muertos. Lo peor desde el grave tsunami de hace unos años. Es como si todo ser viviente del Valle de Los Pedroches desapareciera. Sin embargo, en los medios digitales la noticia de cabecera es Ibarretxe recordando a Zapatero el pacto de Loyola, o que el Madrid se paseó en el Bernabéu ante el Barça.  
De lo que fue Kunyangon, una zona que se abastecía de arroz, quedan en pie las principales construcciones de ladrillo y cemento, la mayoría edificios públicos. También un monasterio budista a las afueras. Al igual que en toda la zona devastada por el ciclón, en Kunyangon son los monjes budistas los que están asumiendo las tareas de asistencia a las víctimas. Se turnan en equipos para rezar y ayudar.
Resulta que este país, gobernado por militares desde 1962, tiene constitución y todo. Pero claro, tendré que leérmela para ver qué pone, ya que la verdad, dudo mucho de su pragmaticidad y de si puede garantizar las libertades individuales. Hay elecciones, pero no sirven de nada. Aunque pierdan (que pierden siempre), se autoproclaman vencedores y no dejan que el partido de la oposición (que lo encabeza una Premio Nobel de la Paz), tome las riendas del poder. Por eso, la gente no va a votar. Por eso la gente no confía en el Gobierno. Es dar una patada al principio de separación de poderes de Montesquieu.
Tampoco dejan que entre ayuda internacional los muy déspotas, así como tampoco avisaron a los ciudadanos que se refugiaran antes de que viniese Nargis. La poca ayuda que dejaron entrar (ya que reconocieron que sólo con ellos sería imposible) se la quedaron los militares, así que la ONU no va a mandar más a esos dirigentes hipócritas. Se los da de strangis a las ONG´s. Aquí mis dilemas éticos se dirimen para que Ban Ki-Moon se decida a intervenir en el país por la fuerza o no. Lógicamente, para instaurar una democracia como tal, y no el papel que juegan ahora en el mundo.
Atroz, vergonzante, humillante y decadente. Si este tipo de catástrofes sirven para que la gente conozca la situación en estos lugares, me alegro en parte. Lo reconozco, sabía muy poco de Myanmar, y sus 70.000.000 de personas me han provocado que me interese por ellos en esta última semana. Ahora sólo espero, que ese interés esté despierto en mí algunas semanas más.
Me despido con una de las frases que utilicé en el último torneo de deabte en el que participé, y que salen de la boca de Nelson Mandela:  
"Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento."

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