domingo, 31 de marzo de 2013

Explicación de una desacelerada crisis (¿o era al revés?)

10 de junio de 2008


Mi profesora de Macroeconomía nos predijo hace casi tres cursos académicos: “Dentro de unos años habrá una crisis económica, y la culpa la tendrán los chinos”. Quizá no se haya equivocado del todo, pero buscar un culpable claro no me parece justo. Mejor si hablamos de tres. De tres mil millones de personas digo. La suma de China, India, EEUU y parte de Bangladesh. Si, hoy es que me he levantado hipócrita, qué vamos a hacerle.
Ahora es cuando mejor se observa “la hilera de dominó” macroeconómica. A ver, vamos a intentar explicar todo esto a nivel muy global (espero que ningún profesor me esté leyendo), obviemos algunas cositas y echemos una miradita mundial intentando comprender por qué los pescadores de Vigo; los agricultores de media Europa; los transportistas franceses, españoles e italianos; y los ganaderos belgas están cortando carreteras y quemando contenedores.
Creo que fueron los yanquis los que empezaron la crisis financiera hace cuatro años. La financieeera. Aunque los buenos analistas dicen que hay que mirar más hacia atrás y llegar hasta el 11 de septiembre, así que nos fiaremos de los documentos que me envía mi amigo Javi López desde Madrid y echarle la culpa de empezar todo esto al año 2001 aproximadamente. Es el año de la explosión de las “puntocom”: la burbuja internauta estalla. También lo es de la caída de las Torres Gemelas, lo he dicho, ¿no? La Reserva Federal de Estados Unidos baja en dos años el precio del dinero del 6.5 % al 1 %. Las inmobiliarias yanquis se frotan las manos porque su negocio empieza a despegar (y de qué manera). El precio real de las viviendas se multiplica. Como el Euribor yanqui era suavecito, los bancos daban préstamos a bajo interés. Todo el mundo a pedir préstamos. Llega un momento en el que tanto préstamo hace cambiar la situación, y los banqueros dicen: “demos préstamos más arriesgados (con lo que podremos cobrar más interés) y multipliquemos nuestras operaciones”. Como Europa suele copiar lo yanqui, los bancos europeos y japoneses también se animan. En España, no te digo yo a ti la de gente que se mete en la construcción (y en hipotecas).
Mientras tanto, a un océano de allí, China sigue con su potencial desarrollo económico. Tanto, que si antes eran más de mil millones de pobres, ahora son bastantes menos. Y resulta que esos que eran pobres, eran todos agricultores, y que con lo que sembraban, tenían para repartir a medio mundo. Bueno pues ahora el niño chino se va a Hong-Kong a buscar trabajo y el campo lo deja para sus viejos padres. Y así unos cuantos más. Como a los pobres padres solo les permiten tener un hijo, cuando se jubilen sólo habrán aportado un trabajador sanote para pagarles su jubilación, pero ellos, en lugar de invertir en un plan de pensiones, lo hacen en un coche. Un coche que nunca habían tenido oportunidad de adquirir. A su vez, India está contagiada del crecimiento de los chinos, y ella no quiere quedarse atrás (“¡qué nosotros también somos mil millones!”, dicen). Como hay menos gente trabajando en el campo y más conduciendo en la ciudad, la mano de obra se encarece; y los productos agrícolas y el gasoil también, ya que el poder adquisitivo del chino y del indio ha aumentado, y ya en lugar de una taza de arroz, quieren dos.
Pero es que a su vez, los de Greenpeace están diciendo: “oye ONU, que las reservas de petróleo se están agotando”. Y Ban-Ki Moon negociando con birmanos. Justo en ese mismo instante, a otro océano de distancia, un sultán de Emiratos Árabes se estaba frotando las manos. 
Dejemos aparcado el petróleo. Volvamos con las hipotecas. Resulta que llega un día un americano y dice; “¿Qué esta casa vale cuánto? ¡No te lo crees ni tú!” Y no la compra. Y llega otro y le dice lo mismo. Y el vendedor que ha pedido un préstamo al banco de antes para pagar esa casa, no puede pagarla porque su empresa, esa cadena de supermercados tan gigante, ha recortado personal y le ha echado, alegando que el dólar está muy débil y no pueden importar arroz chino. Y en esto va Bush, echa un capote al sector primario de su país y dice: “Política proteccionista. Subamos los aranceles en la frontera a todo quisqui extranjero”. Ahora resulta que la remesa de cereales tailandeses es menor de lo acordada, porque el agricultor tailandés no puede pagar un arancel tan alto. “¿Y ahora que hago?” Se pregunta el tailandés.
Mientras, los bancos se dan cuenta que tanta hipoteca-chollo puede salir cara y se echan para atrás: empieza a haber impagados, créditos insolventes, y todas las casas que estaba construyendo el albañil hispano, va ahora y le dice su patrón estadounidense que no corra tanto, que para qué las va a construir si no se van a vender. Y el albañil hispano va a la calle. En España, tres cuartos de lo mismo. Caen las primeras inmobiliarias. Y los primeros bancos (americanos). Y en esto que un inversor de Shangai tenía unos ahorritos en el capital de ese banco, y que como el banco ya no está, ha perdido ese dinero en Bolsa. Bolsas de medio mundo desplomadas. Nadie quiere invertir en EEUU. Y los de Wall-Street dicen: “¿si? Pues el Mercedes que lleva ese chino no anda a pilas, voy a subir el barril de Brent y así intento paliar que me estoy cargando el Polo Norte buscando oro negro”. Gasolina más cara: Renault tiene que invertir en coches ecológicos.
Vayamos de vuelta a España. Cuarenta instituciones económicas se ríen de las previsiones de Solbes. El paro aumenta, pero Zapatero está aún pensando en “Buenas noches y buenas suerte”; y los del PP que han perdido las elecciones, pensando si Mariano es buen líder.
Avancemos. Hace unos días, Conferencia de Roma por los alimentos. Que por culpa del agricultor tailandés, el cereal se ha disparado, y 860 millones de personas pueden morir de hambre. Fuera está protestando Intermón-Oxfam, que puede que esta vez lleve razón. Pero únicamente se ve en los telediarios discursos muy bonitos. Más protestas. De mientras, vas a una estación de Repsol y el Diesel veinte céntimos más caro que hace tres semanas. Y el ignorante del pancartista que se pone a quemar contenedores, le echa la culpa al gobierno. ¿Pero no ves que si el gobierno baja los impuestos de los carburantes la demanda aumentará y volverán a subir los precios, hombre de Dios? En las hipotecas tampoco, chaval, eso déjaselo al Banco Central Europeo y al señor Trichet (que hasta ahora, por cierto, no lo está haciendo mal).  Sí, ya sé que lo de los 400€ es una pantomima.
A todo esto, los ministros que no presentan más iniciativas que un Plan Prever maquillado para paliar todo esto. ¿Y la oposición? Pues con “Pepiño” Blanco esperando aburrido a ver si se decide Esperanza, o Costa, o alguno de estos “barones”. No si, ¡a lo mejor el pancartista ese tenía parte de razón! Pues nada, flota amarrada en puerto, tractores destrozando el asfalto de las carreteras y transportistas en huelga. Si el sector del transporte se pone en huelga, el país entero paralizado (y si no que se lo digan a Prodi). De nuevo más subidas.
Bueno, bueno, pero tranquilos, que la economía capitalista es lo que tiene: muchos ciclos (¡qué contentos tienen que estar los comunistas ahora, ¿eh?!). Todas las aguas volverán a su curso. Mientras tanto, y si tienes unos ahorrillos, cómprate una casa o invierte en el Ibex-35 de inmediato. Y déjate de nuevos Seats Ibizas, ¡que no son horas!

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