domingo, 31 de marzo de 2013

La justicia pierde el juicio


Ganó el Derecho a la Información. Telma Ortiz ha recurrido ante el Supremo una noticia que ha dado alas a la prensa rosa. Todos sabemos que los Derechos Fundamentales tienen su jerarquía, es decir que, por poner un ejemplo, el Derecho al Trabajo va antes que el Derecho a la Huelga (cosa que, por cierto, no aparece así en la Constitución Española, pues ésta antecede la huelga a trabajar ¿?). Pero el Derecho a la Información y el Derecho a la Intimidad parecían estar destinados en el mismo escalafón, en el mismo nivel. Una juez de Toledo ha deshecho el empate y estima que no, con lo que la hermana de la princesa tendrá que pagar 42.000€ por las costas del juicio. Para ello alega que la hermanísima es un personaje público (y a su vez, Telma dice que los hermanos de Zapatero también deberían serlo, pero sin embargo nadie les persigue con una cámara). Curiosa la Justicia. La disputa por la supremacía entre ambos derechos ya tiene ganador. Pero esto trasciende más allá. Si la denuncia de la señorita Ortiz hubiese prosperado, muchos famosos seguirían su ejemplo, y la prensa del corazón tendría que haber visto drásticamente recortada su carta de “personajes públicos”. Una pena, pues una sentencia en el otro sentido hubiera sido un varapalo para frenar un cáncer español como es ese periodismo de pacotilla, y que las televisiones y revistas no cesan por puro y asqueroso dinero que les deja una jugosa audiencia. ¿Dónde queda ética? ¿Dónde se esconde el orgullo de una profesión tan bonita como es el ser periodista? ¿Vale de algo la humillación ajena? ¿En verdad entretiene eso tanto a mi abuela como para tenerla hasta las dos de la madrugada cuando ella luego no aguanta ni el “Cuéntame” hasta las once y media?
Un acto público de Telma Ortiz, ¿es aquel al que va a comprar el pan? ¿El de su embarazo? ¿Su salida del gimnasio tal vez? Por lo visto sí, pues todo ello lo ha confirmado esa juez. Ha alentado a aquellos reporteros sin dignidad, a aquellos directores de programación no saciados y a aquellos presentadores cazarrecompensas.  Y todo porque a mi abuela, y a muchas más personas como ella, eso les interesa. Y por lo visto mucho.
Pero la Justicia no se queda ahí. También hace gala de esa Igualdad entre sexos que tanto predica la ministra del ministerio del mismo nombre, o eso creen ellas (tanto Justicia como Ministra), y que a mi humilde entender se pasan por el forro de sus zapatos el artículo 14 de la Constitución. Aquel que defienden a capa y bolígrafo. La semana pasada, el Tribunal Constitucional dijo que, en el caso de un mismo delito de malos tratos acentuado, los hombres han de cumplir más pena que las mujeres. Alegan que su infracción se fundamenta en una “creencia cultural de superioridad”. Me quedo boquiabierto, cometiendo por igual el semejante crimen, a ella menos castigo que a él. ¿Alguien puede decirme por qué? Me lo podría decir quizá Bibiana Aído, que por cierto aún no ha hecho nada hasta la fecha (¿o es que suponemos que considera eso igualdad?).
Y mientras, los padres de Mari Luz recorriendo España (el 8 y 9 de junio estarán en Córdoba), pidiendo endurecer las medidas penales a violadores y pederastas. De eso tengo que informarme mejor (Chema, si me estás leyendo, o cualquier otro buen sicólogo/a, que me aclare si poner una lista pública de violadores/pederastas es recomendable, que creo que no).
 En España, el 2007 cerró con 269.100 sentencias esperando en las mesas de los funcionarios, con una espera media de 26 meses (algo positivo, pues hace seis años, era de 34) pero no quiero ir a la cifra absoluta (que no es relevante, pues la huelga retrasó muchas de ellas), sino a que 27.000 de ellas son sentencias de lo Penal, es decir, la de asesinos, violadores, y demás calaña, que hoy en día aún andan sueltos a espera de que su juicio se celebre.  Entre ellas estaba la del presunto asesino de la niña onubense.
Ministro Bermejo, tiene aún mucho trabajo por hacer. De hecho, creo que le queda todo el trabajo por hacer.
Señorita Justicia, agarre su espada con la diestra, limpie el polvo que ha desequilibrado la balanza que sujeta con su siniestra, póngase bien la toga, y vuelva a ponerse la venda en los ojos, por favor, que se le va a caer el disfraz.
Me despido con una frase que pronunció Abraham Lincoln hace ya más de dos siglos: “Los que niegan la libertad a los demás no se la merecen ellos mismos”.

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