domingo, 31 de marzo de 2013

Amor, marketing y cervezas


Mi excompañera de asignatura Andrea estudia dos titulaciones en ETEA: Licenciatura en Investigación y Técnicas de Mercado y Licenciatura en Administración y Dirección de empresas. Tuve la suerte de coincidir con ella para hacer un trabajo en la asignatura de Medio Ambiente Empresarial y fue todo un gustazo. Y fue todo un gustazo porque Andrea es una chica inteligente, culta, trabajadora, ambiciosa, incansable y además, está de muy buen ver. Para qué iba a salir con cultismos u otras palabras más eficaces si sería andarme con rodeos: está muy buena cojones. Un día, tuve que esperarla a las puertas de la facultad. Curiosamente, allí me encontré a su novio, un chico con el pelo de punta engominado y pantalones vaqueros anchos con el que tuve la mala suerte de entablar una conversación. Y digo mala suerte, porque cinco minutos me bastó para darme cuenta de que era un completo imbécil ignorante (de esos que achacan que la subida de las hipotecas se debe en mayor parte al Gobierno español). Por lo visto el chaval es pintor, pero no plasma su arte en un lienzo, sino en una fachada: me dijo que su padre lo mandó trabajar ahí forzosamente ya que no quiso estudiar. –Bueno-. Le dije.- una profesión como la tuya puede llegar a dar una imagen aún más bonita y cuidada a nuestra ciudad. ¿Acaso no te gusta?-. Él se quedó mirándome con cara rara y obvié su respuesta: no merecía la pena. Luego llegó Andrea, le di sus apuntes y los dos se subieron al tuneado Golf de él saliendo con un acelerón.
¿Qué habría enamorado a una chica como Andrea un chaval como ese? Probablemente la razón llegue más allá de lo que pude observar a simple vista, y Andrea, que repito es una chica inteligente, haya apreciado en él otras características que a mi no me haya mostrado y vayan más allá de la respetabilísima profesión de pintor (que él despreciaba sin deseo de cambio) y su completa ignorancia política y económica.  A lo mejor, Andrea, con su mayor inteligencia, busca un hombre que pueda dominar y sea ella quien lleve los pantalones en casa.  ¿Pero y si no es así, y Andrea no es tan inteligente como yo pensaba?
Extrapolemos el tema al marketing. Andrea es un producto de alta calidad muy admirado por sus competidoras y que atrae a numerosos clientes. Sin embargo, en su encuentro con la otra parte del mercado (la demanda), parece como si fallaran las negociaciones: lo lógico sería pensar que Andrea buscase otro producto que más o menos se asimilara a sus características físicas y psíquicas, pero sin embargo ha escogido uno de una calidad (al menos psíquica) bastante inferior. Lo razonable de esta situación, sería pensar que el novio de Andrea ofrece a ésta un valor añadido que hace que compense sus escasas dotes sapienciales por algo que ella cree merece la pena elegir(si, se puede pensar mal). ¿Es qué acaso Andrea ya ha probado productos de sus mismas características y no le han convencido? ¿O es que simplemente se conforma con menos y exige lo primero, que, con un poco de publicidad, pueda engancharle?
Voy a poner otro ejemplo. Mi amigo Agustín es un chico que tiene un ciclo medio, está haciendo uno superior de lo que más le gusta, tiene grandes planes de futuro, es una de las mejores buenas personas que conozco, fuerte, práctico y además es guapo (anda que no te vendo bien, eh?). En sí, Agustín es un excelente producto para éste mercado, pero quizá le falle su poder de comunicación (es algo tímido), y eso hace que no sepa venderse a sí mismo. Sin embargo, Agus debería venderse como churros. ¿Qué ocurre entonces?
¡A ver si el problema va a estar en que el mercado ha evolucionado, y hay que actualizarse! Que ya no es como lo concebíamos anteriormente. ¿La publicidad es más necesaria? ¿Debemos cambiar la esencia de lo que ofrecemos? ¿O eso, o negar a Agustín a que cambie, y esperar a que alguien aprecie en verdad sus características? Vamos con números: el 20% de los matrimonios que se realizan en España acaban separándose. De ellos, cerca del 90% lo apremia e inicia la esposa. La primera causa de ellos es la infelicidad, la segunda el desengaño amoroso y, por desgracia, justo después, los malos tratos. Mi amiga Cristina (otro excelente producto) decía que “la mujer es la que tiene el poder de elegir: elegir si se queda con el piso, con el chalé del campo, con el coche, con los niños o con la televisión de plasma. Incluso elige si quiere cambiar de marido, ya que a éste le cuesta más separarse. Es otra prueba del gran paso que han dado las mujeres en los últimos años.”    
Curioso siempre este tema, y controvertido de veras.Por eso no podemos extrapolar esto al marketing, porque no es un mercado racional, sino que se deja llevar por los sentimientos. Yo, mientras me replanteo mi plan de oferta, estaré echando unas cervezas con mis amigos. Allí nos veremos chicas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario