domingo, 31 de marzo de 2013

Himnos y pastillas


15 de mayo de 2009

Mientras aún saboreo el primero de los tres potenciales títulos que mi querido barça puede conseguir (y lo he hecho encima con la mejor de las compañías), los hombres (y mujeres) de canaletas y los de la ría me han llevado hasta el Office Word para que les dedique unas palabritas (no a todos, por suerte): en primer lugar, no pasa nada. No pasa nada que miles de jóvenes y no tan jóvenes bramen su disconformidad con uno de los símbolos del país al que pertenecen nominalmente. Es un ejercicio democrático. Aquellos que sabotearon la escucha del himno español en el partido de Copa del Rey entre los del Athletic y el Barcelona –para regocijo de políticos independentistas-, estaban, en realidad, ejerciendo un derecho indiscutible que es el de libertad de expresión. Poco podemos hacer quienes sentimos lo contrario más que asumir pacientemente la realidad. Así que yo también voy a ejercer el mío: Es fascinante silbar sin cortapisas al Jefe de un Estado que ha conseguido que se devuelvan en todo su sentido todos los sentimientos nacionalistas que antes no podíais manifestar. El mismo que saludaba en el palco con caras de circunstancias (a pesar de que TVE no nos lo emitiera y por ello cesara a su director de deportes), es el mismo que ha conseguido que España sea una sociedad tolerante y en libertad en la que todo estúpido sin educación pueda insultarle, abuchearle o silbarle. Seguid ejerciendo vuestros derechos, hipócritas. Yo seguiré ejerciendo los míos. 
Parece ser que si tienes más de 45 años, eres de clase media y te enseñaron a respetar los símbolos de tu país en la cultura del respeto y el esfuerzo, no son buenos tiempos para ti. Por el eco de los pasillos de tu oficina ya huele a cola del paro y probablemente no te puedas jubilar a los 65. Pero es peor –y ya hilo con el otro tema del que quería hablar-, ya que cuando llegas a casa tu hija pre-adolescente puede abortar sin que te enteres, e incluso puede que un fin de semana regrese a casa vomitando de madrugada y pase un par de días con las hormonas revueltas porque se haya tomado la píldora del día después que compró con los 20 euros que le diste para irse con sus amigas.
Eso sí, niña, ya no hace falta que tu “chorbo” compre condones siempre, si algún día se le olvida lo hacéis sin protección (que según el Arzobispo de Granada es más seguro que el preservativo), ya no tienes que ir al hospital a que te ponga mala cara el médico y te dé un discursito ético. Y en todo caso, si te quedas embarazada, puedes abortar sin que lo sepan tus padres, y si no, te habrás ganado los 2.500 euros del cheque-bebé para que le compres a tu hijo pañales. Eso sí, no votes que todavía no eres mayor, ¿eh?

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