domingo, 31 de marzo de 2013

La naturaleza desnuda del oro negro

08 de septiembre de 2008



Las noticias en los ya comentados telediarios de nuestro país pueden producir confusiones, algo que, como vimos en la entrada de este mismo blog “El arte de exagerar”, no está nada más lejos de la realidad. “El barril de Brent cae hasta los ciento y pico dólares”. Bueno, ya lo veremos. Estamos hablando de un mercado en el que puede haber prácticas anticompetitivas que mantengan artificialmente elevado el nivel de los precios (que las hay, seguro, y dignas de guión hollywoodiense), la evolución de los combustibles nunca refleja fielmente -ni cuando perjudica a los consumidores ni cuando los favorece- los movimientos en la cotización internacional del crudo.
El barril de brent, petróleo ligero de unos 159 litros, es la medida de referencia en Europa, y su cotización de toda la vida ha sido en dólares. Desde agosto de 2007 al mes pasado ha subido un 49%. Para los bolsillos europeos, ese incremento se ha limitado al 39%, pues el euro se ha mantenido siempre muy fuerte frente al dólar, y eso ha permitido comprar más barata la materia prima.
En ese mismo periodo, la gasolina ha subido un 13% (pero es un dato distorsionado, pues con lo de la huelga de camioneros llegó a un 35%, y en las últimas semanas ha ido bajando), lo que significa que la escalada del crudo ha supuesto el triple que la de la gasolina. Peor suerte ha corrido el gasóleo, que cuesta hoy un 23% más caro que hace un año. A partir de mediados de julio, la materia prima empezó a bajar, lo que ha repercutido en la cantidad que el consumidor abona al llenar el depósito. El petróleo en dólares ha descendido un 24% hasta primeros de septiembre, aunque en euros la bajada ha sido del 17%.
En todo caso, tampoco llega al nivel de revalorización del brent. ¿Pero por qué existe esa diferencia entre la subida del barril y la que nos echamos en las gasolineras?
La respuesta está en la naturaleza del mercado. Los economistas miden la interacción de la oferta y la demanda a través del precio del producto y el nivel ofertado y demandado en cada momento. Se le llama función de elasticidad. Un mercado es de demanda elástica si al  subir el precio del producto muy poquito, los consumidores responden dejándolo de comprar mucho. Puede ser el caso de los periódicos dominicales. Casi todos valen lo mismo, por eso se esfuerzan en hacer fuertes promociones sin subir en exceso el precio. Y un mercado es de demanda inelástica cuando a pesar de que el precio del producto suba o baje mucho, los consumidores van a consumir prácticamente lo mismo. Es el caso del petróleo. Por mucho que lo suban, el coche hay que cogerlo. Es el caso del pan. Por mucho que lo suban, el pan tiene que estar en la mesa.
Lo que ocurre es que las gasolineras están en manos de unas pocas empresas, muy pocas, y distorsionan los precios para asegurarse mayor control y abastecimiento en épocas difíciles. La gasolina que hoy le echas a tu Seat Ibiza, puede que lleve almacenada unos meses. Por eso no te sorprendas si su precio no se corresponde exactamente con el del barril de Brent. En España, el 70% de las gasolineras están bajo el dominio de Repsol. Repsol, que no es tonta, cuando cunde la alarma porque sube mucho el precio del barril de Brent que compra, también sube el precio de la gasolina que nos surte, pero si es al contrario (es decir, si baja el barril de Brent), el precio en el surtidor baja, pero más lentamente. ¿Por qué? Porque quieren asegurarse el suministro de gasolina en cualquier situación. Si bajaran el precio de gasolina en la misma proporción en el que la compran, la demanda sería mayor, y en un mercado con muchos altibajos en el precio, puede que mañana no dispongan de suficiente gasolina para todos. Por eso, en épocas de bajadas del Brent, baja también la gasolina, pero a menor ritmo, así está más cara y la gente intenta coger menos el coche. Por si acaso. Por si mañana sube. O por si pasado baja mucho.  Aún así, el mercado sigue siendo inelástico, y camioneros, transportistas y medio mundo tienen que coger su vehículo sí o sí. Por eso deben asegurarse el suministro, pues si no, paralizan el país.
Con todo, los consumidores se retraen ya a la hora de usar sus vehículos (los de uso privado y personal). En los seis primeros meses del año, el consumo de gasolina ha caído un 6,2% y el del gasóleo, un 2,6%, según datos del Ministerio de Industria. Se trata de un fenómeno desconocido desde 1997.
En Venezuela, por ejemplo, la gasolina está a 16 céntimos el litro. Los de Chávez se vanaglorian de decir que les sale más caro comprar una Coca-Cola que su propia gasolina (ya que el petróleo es de origen venezolano). El gobierno asume los gastos de suministro, pero a su vez facilita el transporte y las comunicaciones, algo vital para el desarrollo de un país, por muy “chavista” que sea.
Otra cosa es entender y predecir el día en que nos quedemos definitivamente sin él (¡sin el petróleo, no sin Chávez!). Habrá que empezar a contárselo a los fumadores…

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