domingo, 31 de marzo de 2013

Kobre y demás antros

03 noviembre

Obligado casi por una rubia amiga (my friend Nataly, if you want to read more, go to "la irresponsabilidad del Ayuntamiento de Pozoblanco" on this blog), me dispongo a aclarar mi postura y actitud hacia lo que considero uno de los tumores adquiridos por una generación contaminada. Si lo de ir de fiesta está muy bien, que sí. Pero seamos selectivos y un pelín más exigentes por favor. En mi Pozoblanco querido, hay pocas alternativas, y alrededor de la Feria (para los no entendidos, el botellódromo y estercolero municipal) la oferta es monopolista. La Kobre es la gran beneficiada de la camarilla de diputados que sacaron el proyecto Botellón pozoalbense adelante, con una consulta de risa, inútil, electoralista y nada influyente entre los jóvenes de la localidad.
Las copas son de una calidad bajísima (garrafón), con dos que te tomas ya no hace falta que comas fibra en dos semanas. Los precios de las mismas para nada se ajustan a la curva de oferta y demanda teórica (es decir, que con los márgenes que tienen, pueden poner o un precio más razonable o un producto de mayor calidad), pero es que la demanda se comporta inconscientemente: vienen de hacer un botellón que les habrá salido por tres euros y pagan una copa más por el mismo precio (hay que ser imbécil y conformista). ¡Ay! Si todos nos pusieramos de acuerdo y no consumiéramos hasta que bajasen el precio! Pero bueno, vamos a obviar el precio y de que se ríen de nosotros por eso. Pasemos a la música. Las canciones que se marcan los dj´s son a la música, lo que el dopping al ciclismo. Vale, vale, yo soy de los raros en esto, me gusta la música orquestal. "¡Qué carcaaaa!"  pensará mi amiga Natalia. La buena música, lo que de verdad es la música, un aluvión de sentimientos y concesiones imaginarias que me erizan el vello (como el Across the Stars, de Williams; o el Requiem for a Dream, de Mansell); y no mezcolanzas digitales creadas por una máquina con una voz de fondo que se hacen llamar artistas o compositores haciendo bailar a la gente con letras para analizar profundamente (en serio, en qué estarían pensando los de "Los Micrófonos"?) para luego vestir ropas anchísimas con un 69 delante y varias negras bailando detrás ¿?
Y todo, en un ambiente de smoking room asfixiante que deja las ropas directamente para lavarlas, con un hedor propio de las cuevas de Mordor, que perjudican al cuerpo no ya sólo por lo cancerígeno, sino también para los ojos (que se añade al de oídos). Reptando por entre las espaldas y cerrando los círculos físicos de la formación bailarina que se marcan algunos/as. Y pagan por entrar. Pasarela de droga e informalidad. Y ellos riéndose de nosotros, con sus precios, con su alcohol, destrozando a generaciones enteras, a la sociedad de la información más desinformada o masoquista que existe (tío, si conducir borracho sabes que es peligroso, por qué lo haces?). Pero claro, soy un soso, un aburrido y un extremista. Todo lo que queráis, pero yo no hago más rico a estos señores.
Un saludo jóvenes.

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