domingo, 31 de marzo de 2013

Debate del debate


Winston Churchill decía que sus adversarios los tenía delante, pero que sus enemigos estaban detrás. Eran sus propios conciudadanos. Por ponerte en el lugar del otro, saber cómo piensa, e incluso conocer tus propios prejuicios y debilidades.
No llegando, ni mucho menos, al extremo de las palabras de Churchill, en Debate, los adversarios los tenemos enfrente cuando hay otro equipo dispuesto a debatir, y encima es de forma temporal, ya que luego confraternizamos con todos; pero nuestros enemigos puede que estén atrás nuestra. En ETEA, nuestros compañeros, alumnos también de nuestra facultad, sabemos que nos dicen de todo. No confabulemos. No criminalicemos. No exageren mis irónicas palabras.
“Yanquis”. “Frikis”. “Raros”. “Empollones”. “Tontos”. Incluso “flipados”. Creen, según algunos infiltrados y aliados que disponemos, que somos una especie de bichos raros que andan con un libro en las manos y un periódico bajo el brazo. Aquellos que hacen las exposiciones diferentes, preguntan cosas raras al profesor y van de despacho en despacho consultando dudas de temas que nunca se han visto en clase.
En muchas ocasiones, cuando bajo de esa supuesta “nube blanca esponjosa”, los veo diferentes a mí. Por desgracia, sé que a algunos se les ronda por su maquiavélica cabeza que los del Club de Debate son alumnos superiores, “galácticos de ETEA”, a los que les cuelgan fotos suyas por los tres edificios y salen en periódicos locales.
En otras ocasiones, esas personas ven en pasillos carteles que anuncian “Torneos de Debate” y creen que son tertulias de carácter rosa por las que se discute a voces y sin ningún raciocinio.
Incluso he llegado a oír, que lo que nosotros hacemos es únicamente irnos de fiesta por todos los rincones de la península.
Pero hay otros, más cada vez, que saben que no somos ni los más flipados ni los más “yanquis”. Por suerte, saben que la práctica del debate universitario de competición tiene más origen griego que anglosajón. Puede, eso sí, que haya algún que otro medio-friki oculto entre los miembros, un concepto desvirtuado que para los más acertados llega a entenderse como “aquel que se fija en muchos detalles y disfruta recordándolos”, pero no entra en las descripciones principales de su personalidad.  Tampoco somos tan raros como la gente cree, o quizá lo dicen porque somos escasos en número a nivel nacional. No somos ni mucho menos los más empollones de ETEA. Como prueba, no tienen más que ver mi Expediente Académico o el de muchos de mis compañeros. Y tontos, como decía Forrest Gump, “son los que hacen tonterías”, y no confiamos que esto lo sea. No somos pues, más nada.
Puede que lo que nos distinga del resto, es que nosotros somos más egoístas. Sí, egoístas. Porque queremos indagar, consultar, saber, curiosear, practicar y debatir, sobre todo debatir, cada vez más. Queremos aprender exponencialmente, y sabemos que esa oportunidad podemos aprovecharla hasta de la más simple anécdota. No buscamos ser uno mismo, sino la mejor versión de uno mismo.
Debatir va más allá de saber decir una palabra bonita, una introducción fascinante, un exordio enriquecedor o un argumento convincente. Nos enseña a razonar y pensar. Incluso, a ser un poco escépticos. A averiguar el por qué de las cosas. Y eso no se califica, sino que se valora.
Poco a poco, los años de debate universitario van pasando para los grandes debatientes de España: los Jordi Graupera, Katharine Menéndez, Alberto Mateos, Iñaki Atxaerandio, Álex Huertas, Paco Valiente, Ana Collado, Santi Muñoz, Telmo Esteban, Ignacio Santos, José Herrera y un largo etcétera. Todos ellos ya están retirados. Por eso hay que pensar en el futuro y comenzar a hablar de renovación (resulta curioso que en la web y en la agenda todavía aparezca que puedes participar en la LNDU). Esta comunidad es cada vez más gruesa y cuanto más me identifico con ella, más me gusta.
He de agradecer pues, a todos aquellos vinculados a ETEA que confían en nosotros, y que siguen apostando por el debate como una herramienta que sirve para algo más que ayudarte a hablar bien. Al Departamento de Comunicación, Narci y Rosa especialmente; a Miguel Castro, Carmen Bustos, Gabriel Pérez, Julio Jiménez, Manuel Paniagua, Marta Montero, Mari Luz Ortega, María José Montero, Rafael Araque, Pilar Tirado, Horacio Molina; y cómo no a mis queridas Esther Menor, Teresa Montero y Teresa Romero; y aún me dejo a alguien, seguro.  A todos ellos y muchos más. A los que se van este año (como mi amigo Javier López, Ángel o Pilar); los que regresarán el que viene (como Susana o incluso Gonzalo); y a las nuevas promesas que entran desde primero (como Pablo, o Fernando).
Ha sido un curso excelente, de nuevo, para nosotros. No hay torneo en el que no peleemos hasta el máximo. Pero también sabemos que hay que trabajar mucho para crecer. Espero entonces que juntos podamos seguir cosechando tantos éxitos como los que ya se han recogido. Enhorabuena a todos. Y muchas, muchas gracias por colaborar en tan apasionante proyecto. Nos vemos el año que viene.

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